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miércoles, 9 de noviembre de 2011

El Peso del Mundo

Jorge paseaba intranquilo de un lado a otro de la diminuta estancia la vista prendida al suelo, a las diminutas piedras que parecían incrustadas en él. A unos metros de él su mujer, Marta daba a luz al fruto de su semilla, Marcos. En uno de sus infinitos paseos le sorprendió el médico.

-Familiares de Marta Guillén- exclamó a toda la sala de espera y a nadie en particular.


Jorge se acercó sin contestar y cautamente al doctor con el pánico latente en su mirada. ¿por qué salía el médico en persona a buscarle? A los demás había ido una enfermera a buscarles, ¿ Es que algo iba mal? El médico le pidió que le acompañara a un pequeño despacho que estaba ubicado en el largo pasillo blanco que daba paso a los paritorios. Jorge se sentó en una silla al otro lado de una mesa de madera a petición del médico que se sentó en el otro extremo de la misma.

- Bien señor...- el doctor revisó unos papeles que había sobre la mesa minuciosamente y prosiguió- señor Alcaide. Verá, su hijo está correctamente, ha nacido bastante gordito pesa dos kilos y medio, y es un chico aunque imagino que usted ya lo sabría ¿verdad?

- Sí, Marta se hizo la ecografía en cuanto pudo, dice que no le gustan las sorpresas.- respondió Jorge. Pero había algo que le rondaba la cabeza desde hacía un instante. Pero temiendo la respuesta quiso alargar la incertidumbre un poco más, al final ganó su curiosidad.- Doctor ¿por qué me ha traído aquí? ¿Marta se encuentra bien?

- Bueno señor Alcaide, ese es el problema vera... su esposa en fin... - el doctor se quitó las gafas y se apretó la unión de los ojos como si ello le fuera a ayudar a sacar las palabras que tanto le costaba decir. Jorge, por su parte, comenzó a sollozar imaginando la desagradable respuesta que iba a tener su pregunta- Señor alcaide permítame que no me ande por las ramas. Su esposa, ha fallecido.

A Jorge se le vino el mundo encima todo dejó de tener color. Las blancas y cegadoras paredes adquirieron un color negro y frío. Todo lo que había conseguido, su dinero, su posición en la policía, -un prestigioso inspector, nada menos- su propio hijo... todo le pareció vacío, nimio, y sin importancia.

- Si usted lo desea, aunque yo no se lo aconsejo, puede pasar usted a verla en un momento para despedirse- informó el médico como una mera formalidad.

Jorge se limitó a asentir con lágrimas en los ojos y el rostro arrasado por el dolor. el médico le pidió que le acompañara. Serpentearon por largos y blancos pasillos durante un rato, hasta que llegaron al quirófano 6. El doctor abrió la puerta y le cedió el paso a Jorge que estaba tan conmocionado que ni si quiera la vio. Una vez dentro, la puerta, se cerró y se quedó con la única compañía del cadáver de su esposa. Jorge se percató de que a pesar de haber lavado la mancha de sangre aún se percibía un resto en el suelo justo entre las extremidades de su esposa.

Jorge se colocó a su lado observando su hermoso rostro, los ojos cerrados transmitiendo una paz sin igual. Un amago de sonrisa se percibía en sus labios. Aún estaba conectada a las máquinas y, una en particular que Jorge identificó como la de las constantes vitales emitía un pitido constante; como un macabro recordatorio de que Marta se había ido para siempre. Jorge cayó de rodillas, sus piernas incapaces de sujetar el peso de sus hombros, sollozando, consumiéndose en cada respiración.

De pronto el pitido de la máquina se apagó y comenzó a sonar intermitente. Jorge notó como la mano de su bien amada esposa se movía bajo la suya. Alzó los ojos y allí la vio. Observándole, sonriéndole llena de vida.

- ¿por qué lloras?- susurró con voz cantarina- Hemos tenido un hijo precioso.

Jorge no sabía lo que había pasado hacía menos de un segundo su esposa estaba muerta y, ahora... ¿Era intervención divina? ¿había sido él?

Los médicos dijeron que no se lo explicaban. ¿Cómo podía ser? sus constantes se habían detenido... ¿cómo era posible que estuviera viva? Decidieron tenerla dos semanas más en observación y como el niño, que era prematuro, tenía que permanecer en la incubadora; a Jorge tampoco le supuso demasiados quebraderos de cabeza. Lo único negativo era dormir sólo. Estaba acostumbrado al calor de Marta a su lado, en la cama. A parte de eso, a Jorge, no le costó hacerse a ello y convertirlo en rutina. Por la mañana iría a trabajar hasta las siete de la tarde, y después iría al hospital hasta la hora de la cena, llegado tal momento el iría a casa y tras cenar él mismo se iría a acostar para dormir plácidamente.

Pero sus sueños plácidos habrían de acabar muy pronto. La tercera noche desde que ingresaron a Marta, Jorge soñó. Caminaba por una calle de Madrid como hacía habitualmente. Pronto se dio cuenta de que no era una calle tan habitual. Estaba en una calle del cementerio de la Almudena. Jorge caminó mirando a través de las callejuelas borrosas por la niebla buscando la verja de entrada. No fue hasta que llevaba andado un rato interminable cuando vio Los chapiteles marrones que subía en forma de campana por encima de los arcos blancos. La salida caminó hacia allí con decisión presto a salir de allí lo antes posible. De pronto el suelo comenzó a temblar y delante de él se alzo de la nada un muro de nichos bloqueándole el paso. Jorge se detuvo y comenzó a caminar hacía atrás atemorizado ya no sólo por cómo había salido aquello del suelo si no, también, por como temblaban las losas de los nichos... como si alguien empujara desde dentro. Jorge se ´dio la vuelta sólo para comprobar cómo temblaban el resto de las tumbas. Y de pronto todo se volvió blanco.

Jorge miró a su alrededor. No sabía dónde se encontraba... o si se encontraba en algún sitio.

- Saludos Jorge- canturreó una voz aguda a sus espaldas.

Jorge se giró y vio a un hombre que vestía traje y corbata blancos. Caminaba sin pisar el suelo y lucía una sonrisa torcida en su alargada cara.

- ¿Quién eres?- Preguntó Jorge asustado

- ¿Quién soy?- El hombre flotante puso gesto de estar meditando profundamente la cuestión- Soy Efraím, digamos que soy un Gloriatus.

- ¿Un qué?

- A ver cómo te lo explico... soy una especie de ángel, un enviado del señor todopoderoso para poner a prueba a la humanidad.

- No entiendo nada.

- Verás si alguna vez en tu patética vida como humano has oído hablar de la Biblia, que por cierto es un Best seller que te recomiendo, sabrás que hay una parte dedicada a Apocalipsis.

Jorge asintió a aquel ser, sin saber que otra cosa hacer.

- Pues bien resulta que Nuestro Señor, no está muy seguro de cuando hacerlo y pone a un humano a prueba, según su reacción nuestro señor decide si pulsar el botón rojo o no.

- ¿Con esto quieres decir que Dios me está poniendo a prueba? - pregunto Jorge aún algo escéptico.

- Me alegra que te unas a la conversación los monólogos me resultan demasiado tediosos -Se mofó Efraím- Y contestando a tu pregunta si, así es, Dios te está poniendo a prueba.

- Pero... ¿cómo?

- No se... ¿ha ocurrido algo... fuera de lo normal en tu vida? ¿Algo...sobrenatural quizá? Soluciónalo. ¡Eso no debía de ocurrir pues viola las leyes de Dios! Tienes dos horas Jorge en dos horas el Dios nuestro señor pulsará el botón rojo.

Jorge despertó bañado en sudor. Aquella voz aun resonaba en su cabeza, " Tienes dos horas Jorge en dos horas el Dios nuestro señor pulsará el botón rojo." Saltó de la cama y se vistió a toda velocidad. Cogió las lleves del coche y salió por la puerta. Debía matar a Marta por el bien de la humanidad.

Jorge encendió el motor de su Audi y el rugido del motor llenó sus oídos. Mientras conducía abrió la guantera y sacó la placa de la policía y su arma reglamentaria. Un civil no podría entrar en la habitación del hospital a las dos de la mañana. Un policía Nacional de incognito, sí. No tenía tiempo ni ganas de andarse con remilgos. Condujo por la carretera las luces iluminando intermitentemente la cabina de su coche las ruedas chillaban acusando cada curva convertidas en derrapes interminables. Jorge aparcó en el parking que estaba justo enfrente de la puerta de las urgencias. Bajó del coche y miró su reloj. Veinte minutos. Entró por la puerta de urgencias y, mostrando su placa al vigilante que se mostró muy displicente indicándole el camino a Jorge, se dirigió directamente a la habitación de Marta. Por suerte, a la mujer que dormía en esa misma habitación, la habían dado el alta aquella misma noche; y aún no habían asignado a nadie la cama. Jorge entró en la habitación y miró el rostro de Marta tendido en la almohada. Tan en paz, tan en calma y, ante todo, tan hermoso. Cuando estaba en su casa no le había resultado tan difícil. Pero ahora... Ahora la tenía enfrente la personificación de su amor. Su amada esposa. Su Marta. Jorge sacó su arma del bolsillo muy lentamente y apuntó a Marta directamente a la frente. Dos pequeñas gotas descendieron por sus mejillas.

- Lo siento- susurró con el alma rota - lo siento.

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Ana no llevaba demasiado tiempo trabajando en aquel hospital. Dos meses apenas, pero le gustaba el puesto. Enfermera de Toco ginecología. Al menos no tenía que limpiar ancianos ni nada parecido. Fue entonces cuando lo escuchó, dos explosiones dentro del control. Se acerco corriendo a la zona de donde provenían y no pudo reprimir su grito de terror.

Ante ella se abría un cuarto con dos cadáveres. La mujer yacía en el suelo con un agujero sanguinolento que asomaba por su cabeza. El hombre, tendido en el suelo sobre un charco de sangre, aún seguía murmurando débilmente.

- Te quiero- pudo entender.

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Jorge conocía aquel lugar. El cuarto blanco. Al fondo Efraím se acercaba con paso pausado.

-¿Lo conseguí?- preguntó sollozando

-No.- Respondió Efraím- mataste a la persona equivocada.

- Pero tú dijiste...

- ¡Te dije que leyeras la Biblia! Si te hubieras molestado en hacerme caso, hubieras sabido que el apocalipsis comienza con el nacimiento del anticristo.

- Entonces...

- Entonces, Jorge, has condenado al mundo.

- ¿Qué quieres decir?

Efraím dirigió su vista hacia el suelo. La vasta extensión de Madrid se extendía bajo sus pies. Del cielo llovía azufre que prendía todo a su contacto.

- Quiero decir- soltó Efraím lacónicamente- Bienvenido al principio del fin.




¿FIN?


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